jueves, 22 de enero de 2009

El crack del 2008 (II) - ¿Cómo hemos llegado aquí?

La explicación progre es muy simple: Bush tiene la culpa, los neocons son unos perversos avariciosos, y el liberalismo ha caído como cayó el comunismo: ¡por fin los progres y comunistas de todo el mundo se han tomado la revancha y este perverso sistema capitalista ha caído! ¡Invoquemos al dios Estado para que arregle el desbarajuste de estos perros capitalistas!

Nada más lejos de la realidad. Jesús Huerta de Soto, en un artículo que publica el Instituto Mises, relata muy bien el proceso. Paso a traducir algunos fragmentos, recomendando, como siempre la lectura íntegra del original:

El ciclo expansionario que ha llegado ahora a su fin fue puesto en movimiento cuando la economía americana emergió de su última recesión en 1992 y la Reserva Federal se embarcó en una gran expansión artificial del crédito y la inversión, una expansión no respaldada en paralelo por un incremento en el ahorro voluntario en vivienda. Durante muchos años, el aporte de dinero en forma de billetes de banco y depósitos ha crecido a un ritmo medio superior al diez por ciento anual (lo que significa que cada seis o siete años el volumen total de dinero circulando en el mundo se ha doblado). Los medios de intercambio originados por esta severa inflación fiduciaria han sido trasladados al mercado por el sistema bancario como nuevos formas de préstamo concedidas a unas tasas de interés extremadamente bajas (e incluso negativas en términos reales). Todo ello echó alimentó una burbuja especulativa en forma de un aumento sustancial de los precios de los bienes de capital, propiedades inmobiliarias y las acciones de estos activos en los mercados, cuyos índices se dispararon.

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La ausencia de una saludable "deflación" en los precios de los bienes de consumo en un período de tan considerable crecimiento en la productividad como el de los últimos años es la principal evidencia de que el shock monetario ha perturbado seriamente el proceso económico.

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Hoy no hay duda de la consecuencia recesiva que el shock monetario siempre tiene a largo plazo: los préstamos recientemente creados (de dinero que los ciudadanos no han ahorrado previamente) inmediatamente proporcionan a los empresarios un poder de compra que ellos utilizan en proyectos excesivamente ambiciosos (en los recientes años, especialmente en el sector de la construcción y en el desarrollo inmobiliario). En otras palabras, los empresarios actúan como si los ciudadanos hubiesen incrementado sus ahorros, cuando en realidad no lo han hecho.

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Los desencadenantes específicos del fin de la juerga de euforia monetaria y del comienzo del "parón" recesivo son muchos, y pueden variar de un ciclo a otro. En las actuales circunstancias, los más obvios desencadenantes han sido el aumento de precio de las materias primas, particularmente del petróleo, la crisis de las hipotecas subprime en los Estados Unidos, y finalmente, la quiebra de importantes instituciones bancarias cuando se vió claro en el mercado que el valor de sus deudas excedía el de sus activos.

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El más riguroso y sereno análisis económico, la más equilibrada interpretación de los recientes sucesos económicos y financieros llevan inexorablemente a la conclusión de que los bancos centrales (que son de hecho agencias de planificación monetaria centralizada) es imposible que tengan éxito en la tarea de encontrar la política monetaria más ventajosa en cada momento. Esto es exactamente lo que se mostró claramente en el caso de los fallidos intentos para planificar la economía soviética desde arriba.

Por decirlo de otro modo, el teorema de la imposibilidad económica del socialismo, que los economistas austríacos Ludwig von Mises y Friedrich A. Hayek descubrieron, es completamente aplicable a los bancos centrales en general, y a la Reserva Federal en particular. De acuerdo con este teorema, es imposible organizar la sociedad, en términos económicos, basándose en órdenes coercitivas que da una agencia de planificación, puesto que tal institución nunca puede obtener la información que necesita para coordinar sus órdenes. (...) Por tanto, en lugar de suavizar los más violentos altibajos del ciclo económico, la Reserva Federal y, en menor extensión, el Banco Central Europeo, han sido probablemente los principales arquitectos y culpables de su empeoramiento.

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Más aún: la reintroducción de una política de créditos baratos en este momento podría sólo dificultar la necesaria liquidación de inversiones que no rinden beneficios, y la reconversión de las compañías. Podría incluso prolongar la recesión indefinidamente, como ocurrió en la economía japonesa, que después de que se intentaran todas las intervenciones posibles, cesó de responder a estímulo alguno que implicara la expansión de crédito o los métodos keynesianos.

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El caso español es paradigmático.(...) Los agentes económicos españoles esencialmente interpretaron el descenso de los tipos de interés que resultó del proceso de convergencia, en los términos de "dinero fácil" tradicionales en España: una mayor disponibilidad de dinero fácil y solicitudes masivas de préstamos a los bancos españoles (principalmente para financiar la especulación inmobiliaria).

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Bajo estas circunstancias, la política más adecuada sería liberalizar la economía a todos los niveles (especialmente en el mercado de trabajo) para permitir la rápida relocalización de los factores productivos (particularmente de la mano de obra) hacia sectores rentables. Asímismo, es esencial reducir el gasto público y los ingresos, para incrementar el ingreso disponible de los endeudados agentes económicos que necesitan pagar sus préstamos tan pronto como sea posible.


En cambio, los políticos de todo el mundo coinciden desgraciadamente en su cobardía para tomar las medidas que atajarían la crisis de raíz, "amputando" el miembro gangrenado en lugar de dejar que la infección se extienda a todo el cuerpo y después tratar vanamente de curarla con dosis masivas de aspirinas. Están repitiendo casi milimétricamente, con las lógicas diferencias que suponen los cambios que ha habido en el mundo en los últimos ochenta años, las mismas medidas económicas que resultaron catastróficas en 1930. Que Dios nos pille confesados. Como muestra: California se acaba de declarar en bancarrota, los bancos británicos están técnicamente cerca de la bancarrota, y la cotización de la libra cae en picado. Ahora mismo, 1.065 €.



Aquí, el ministrillo de Industria, presunto economista, ha dado con la solución: Después de defender el uso de bombillas de bajo consumo para reducir la dependencia energética española y de terminar de hundir al sector del automóvil con su Plan Vive, ahora quiere que los españoles dejen de comprar productos extranjeros. ¡El tío se atreve a decir que no viajemos al extranjero! ¡En un país con cuarenta millones de turistas extranjeros al año, recomienda no viajar al extranjero! ¡En un país exportador de juguetes, recomienda no comprar juguetes extranjeros! Como en el extranjero le tomen la palabra, lo llevamos claro: no vendemos ni una rosca. ¿Se aplica también para las materias primas? ¿Una empresa española debe comprar sus materias primas en España aunque le resulten más caras? Y entonces, si es menos rentable, ¿cómo va a poder competir y exportar, señor ministrillo? Además, ¿se consideran extranjeras las empresas de otros países de la UE? Usted dé ideas, que ya se están pensando echarnos del Euro... ¿A cuánto se cotizaría la peseta? Ahora que Solbes ha vendido el oro del Banco de España, justo antes de que se disparara su precio, con lo que hemos perdido miles de millones de euros... ¡Qué panda de irresponsables! Bueno, pues con esto y lo de comer conejo, solucionado el asunto. ¡Este es el Gobierno que tenemos!