Destaco unas líneas del discurso de Acebes: Yo quiero un PP valiente. Valiente a la hora de defender tanto sus ideas como a su gente. Sí, a su gente. Un partido que defiende a su gente es un partido más fuerte. Lo creo de verdad.
Como, a diferencia de algunos, también estoy convencido de que menos PP no es igual a más votos.
Cuando los socialistas nos instan a dejar de ser como somos y nos dicen cómo tenemos que ser, no lo hacen para ayudarnos, para echarnos una mano, para que nos vayan mejor las cosas. Tampoco les mueve un especial interés por España. Lo hacen para perjudicarnos. Saben que muy pocas cosas favorecerían más al PSOE que un PP desdibujado.
Tampoco es cierto que el voto del PP sea un voto incondicional o cautivo. Al contrario. Es un voto exigente. Un voto crítico. Un voto en conciencia, que no se puede dar por hecho ni descuidar.
Probablemente haya quienes pueden decir una cosa por la mañana y por la tarde, la contraria. Nosotros, no. Nosotros no podemos defender un día la negociación con ETA y al día siguiente, la política de la derrota. No podemos decretar “papeles para todos” y mañana anunciar mano dura con la inmigración ilegal. No podemos proclamarnos paladines de las libertades y luego dar la espalda a quienes reclaman su derecho a usar el castellano.
A nosotros no nos votan a pesar de nuestras ideas, sino gracias a ellas. Nos votan precisamente porque tenemos principios y porque los defendemos con coraje y claridad.
Y estas palabras de Aznar:
¿Qué sentido tendría renunciar a un proyecto de éxito y solvente como el nuestro?
Nuestro objetivo no es heredar a la izquierda, sino ganarle en las urnas y sustituirla democráticamente.
Para ganar, habrá que sumar nuestros aciertos a los errores del contrario. Y a su demagogia, deberemos enfrentar nuestro liderazgo.
Hay una izquierda arrogante, que algunas cosas tiene que callar, que insiste -a estas alturas- en negarnos la legitimidad que nos han dado las urnas y nuestra impecable trayectoria al servicio de la democracia. Además, han querido que nos avergonzáramos. ¿De qué? Han querido que nos avergonzáramos de promover soluciones solidarias, justas y vertebradoras para problemas tan antiguos y tan importantes como la escasez de agua en España.
Supongo que nadie sensato creerá, como hace el Gobierno, que la única política hidrológica posible en España consiste en mirar al cielo a ver si llueve.
Han buscado que nos avergonzáramos de promover una inmigración legal y ordenada, que integrara a los inmigrantes.
Han intentado que nos avergonzáramos de creer en los valores del mérito, del esfuerzo, del aprendizaje y del respeto al profesor. Han pretendido que nos avergonzáramos de defender, sin cansarnos, los intereses de España en Europa.
Han querido que nos avergonzáramos de haber logrado que España fuera respetada e influyente en el mundo.
Han buscado que nos avergonzáramos de que el terrorismo y sus cómplices recibieran la respuesta firme y legal que merecían.
Han intentado que nos avergonzáramos de nuestro respaldo incondicional a las víctimas del terrorismo en su reivindicación de Memoria, Dignidad y Justicia.
Han pretendido, en fin, que nos avergonzáramos de ocho años de Gobierno que acabó con la corrupción, llevó a España a la primera división de Europa y restableció el prestigio del Estado de derecho.
No tenemos que avergonzarnos de nada. Al contrario. Si nos hubiéramos avergonzado, hoy estaríamos echando el cierre al Partido Popular.
¿Estábamos equivocados cuando nos opusimos a la negociación política del gobierno con los terroristas?
¿Éramos unos radicales cuando denunciamos que, de la mano de esa negociación, los terroristas –sin dejar de serlo- estaban volviendo a las instituciones?
¿Éramos unos antipatriotas cuando pedíamos al Gobierno que dejara el electoralismo y que actuara ante una crisis económica que los socialistas “garantizaban” que nunca llegaría a España?
¿Éramos unos alarmistas cuando advertimos de las negativas consecuencias de la política de “papeles para todos” del socialismo, que ya no parece tan simpático?
¿Éramos antieuropeos cuando pedimos que no se renunciase, sin negociar siquiera, a fondos europeos trabajosamente logrados?
¿Alguien nos tachará ahora de centralistas por decir que romper el modelo autonómico es económicamente inviable y nos arrastra a una deriva confederal que nos debilita a todos?
¿Somos autoritarios por denunciar el fracaso del modelo socialista de educación que ha devastado la enseñanza pública?
¿Alguien negará hoy que un Gobierno responsable no debe hacer nunca electoralismo con la posición internacional de España y con la confianza de nuestros aliados?
Pretenden seguir vendiéndonos la misma mercancía averiada de propaganda. Mala compra haríamos si nos dejásemos convencer. Nosotros tenemos que ser el partido en el que confíe la mayoría de los españoles. No el partido que gustaría a nuestros adversarios. Tenemos que ser una alternativa creíble frente al socialismo. No una alternativa a nosotros mismos.
Y Judas Rajoy, con cara de Póker. Y el resto de apoltronados postizos, desconocidos recién llegados a los más altos cargos, desbancando a Acebes, Zaplana, San Gil, pronto a Mayor Oreja y otros...callando...
Y el Faraón de Madrid, maniobrando por detrás del títere de Judas, que resulta patético con su sonrisa forzada, y colocando a su gente (siervos) por detrás... acechando...esperando la ocasión de dar la patada al títere.
No hay comentarios:
Publicar un comentario